de caimán
se marchita una flor
que se muere entre sus labios.]
Y en sus dientes afilados
no hay discusión
de quien es campeón
y quien es derrotado.
Calaveras de centeno
en sus encías
y de su lengua áspera
el amarillo veneno.
En los ojos amarillos me reflejo
y no veo ya futuro
solo una brecha precipitada
y raíces que rompen mis espejos.