martes, 17 de marzo de 2020

Poema desordenado de un cuerdo aislado.

Me veo en una obligación
quasi-humana
de romper todas las paredes de mi cuarto,
quemar la foto del Rey de Bastos entre mis manos.

Ella decía que era una mala idea salir,
que tan solo era una mala idea de las mías:
yo quería retar a una lucha sin camisa a los miembros del Gabinete
y a los del Consejo de Seguimiento.

Me siento una alternativa a mi propia caída,
soy un adolescente compulsivo lleno de hormonas,
hundo mis pies en el parqué:
soy capaz de matar con mis propias manos
el tiempo que me atrapa a esta cotidianidad.

Quiero morder las cuerdas que atan mis brazos,
saltar por la ventana con los brazos abiertos
y, desnudo,
planear sobre la ciudad.

Quiero descubrir que no estoy
tan cuerdo
como pensaba
y que lo único que me ata a aquí
es una obligación gubernamental.