sábado, 19 de agosto de 2017

Aquí se pueden apagar los llantos.

No estaré allí donde no mengüen los días en invierno,
ni habitaré la casa que no albergue desgracias,
ni donde el frío cuchillo con el que se corta la vida
no rebane nuestros cuellos.
Allí no estaré jamás.

Si alguna vez perdéis mi rastro, no me busquéis allí,
donde los ojos no dejen de mirar definitivamente.
O donde el cielo, a veces azul, a veces rojo,
no se transforme en un negro absoluto.
Allí, no estaré jamás.

Aquí se empodrecen las plantas, lloran las madres.
Es tupido el velo que cubrirá nuestra cabeza
y absoluto el cielo que nos acabará envolviendo.
Aquí es donde vosotros me encontraréis,
aquí, que es donde existe la esperanza.