toma esta piedra.
Está fría, helada.
Piedra de río que solo
encuentra calor al lado de tu pecho.
Ahora mira hacia el río
y observa
como el agua adornada de espuma
se encuentra en su deriva
a un meandro de piedras y musgo.
Mira la mano,
la piedra está echa polvo.
Sopla y ve
como dibuja en el aire
esbozos de tu rostro.
Las firmes piedras
suenan por los pasos de regreso,
y a mi
ya me duele la futura melancolía
al recuerdo de este preciso momento.
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