[Aún lloran las palabras gruesas
tras los escaparates de cristal, aislados]
Si no corriera tanto el cielo,
aún quedarían esperanzas recónditas, fugaces:
en las noches de verano,
bajo las pocas estrellas que Asturias permite ver,
se conjura un futuro imaginado.
Saldrían de las camas los enfermos,
a los buzones llegarían todas las cartas.
El silencio se lograría para la calma
bajo la palabra sorda de los sueños.
De la vida, solo quedarían las preguntas;
de los besos, el reencuentro.
Los aviones ya no saldrían para la despedida,
y por los túneles solo se iría el viento.
(De la mano de un hermano no me deshago,
y aún me mantengo con mis sueños:
que este futuro estaría ya fechado
si no corriera -como hace-
tanto el cielo).
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